Marbella se ha convertido a lo largo de los ?ltimos quince a?os en el paradigma de la iniquidad del poder. La simbiosis entre la soberan?a popular y los gobernantes democr?ticamente elegidos ha sido posible gracias a la frivolidad enraizada en una buena parte de los habitantes de esta ciudad de la costa malague?a. Ha sido una complicidad amparada en el rechazo de los ciudadanos a los cauces pol?ticos habituales en el resto de Espa?a. Una tercera v?a jaleada por empresarios oportunistas, que haciendo bandera de la cr?tica a las luchas de poder de los partidos tradicionales, acabaron encandilando a la mayor?a de los residentes en este para?so andaluz.
Fue el ?nclito especulador y promotor inmobiliario Jes?s Gil y Gil es que se llev? el gato al agua. Y como un encantador de serpientes abdujo las voluntades de miles de heterog?neos vecinos, cuyas necesidades y ambiciones oscilaban entre la fisiolog?a perentoria del sexo a la satisfacci?n de caprichosas inquietudes aristocr?ticas. El entonces nuevo regidor no tuvo el menor rubor -con la legitimidad del refrendo popular- de poner en pr?ctica su "nuevo orden". Con el lema de que la iniciativa privada es la ?nica capaz de generar riqueza y bienestar, el gilismo entr? a saco en un municipio en descomposici?n por el hartazgo de mirarse durante demasiado tiempo el ombligo. Jes?s Gil abord? todos los frentes: limpi? las calles de Marbella de excesos org?nicos, tanto humanos como de otros or?genes; embelleci? el centro urbano; construy? antros para que los j?venes dieran rienda suelta a sus necesidades amatorias; aprob? planes de urbanismo, parciales e integrales, a todo pasto; concedi? licencias de construcci?n sin l?mite... Y en esta fren?tica actividad las empresas del regidor municipal se llevaron los mejores bocados.
Luego, con el tiempo, como no pod?a ser de otra manera, los excesos de la concusi?n comenzaron a rebosar por debajo de las alfombras, de los archivos municipales y de los despachos de muchos abogados y notarios. Marbella se hab?a convertido en un ejemplar fen?meno de vitalismo urban?stico, sustentado sobre cimientos de corrupci?n a gran escala; pero eso s?, la ciudad estaba limpia y reluc?a como el cristal, la actividad econ?mica se hab?a disparado exponencialmente, el comercio y el ocio alcanzaron cotas envidiables, y los matarifes del Este de Europa hab?an sentado sus reales en magn?ficas mansiones recostadas frente al Mediterr?neo. En definitiva, esta ciudad de luz, campos de golf, discotecas, tiendas de marca, autom?viles de lujo, yates y noches interminables de promiscua sensualidad, ha terminado siendo v?ctima de su propia estulticia.
Era un clamor a voces aquel dislate de impunidad, abuso de poder y de delincuencia institucional. S?lo cuando la Justicia debilit? a Jes?s Gil se dispararon las alarmas. El histri?nico y sagaz corregidor, que ten?a como principal musa a su albo corcel
"Imperioso", se obstin? en continuar dirigiendo la ciudad desde el
maco o desde el
yacuchi de su finca. Pero ya se sabe que la lealtad de los esbirros es una moneda que se deval?a con la decrepitud del patr?n. Y lo que no consiguieron en a?os los concejales de la oposici?n lo hicieron de un soplo los engordados subalternos del
capo di tutti. Luego pasar?a como con la muerte del d?spota emperador Ner?n, que sobrevino el caos, las guerras civiles con Vitelio, Ot?n y Galba asesinados por sus propios camaradas de la ciega ambici?n...
Por fin los marbell?es de buena fe tienen la oportunidad de sacudirse de encima el fango putrefacto de la ignominia. Jueces, fiscales y polic?as han conseguido exorcizar al maligno instalado en la Corporaci?n Municipal mediante una operaci?n cifrada como "Malaya". Hasta ahora han sido detenidas veintitr?s personas, incluida la alcaldesa Marisol Yag?e, la teniente de alcalde Isabel Garc?a Marcos (otrora implacable azote del PSOE contra Jes?s Gil y Juli?n Mu?oz), el secretario del Ayuntamiento Leopoldo Barrantes y el asesor de urbanismo Juan Antonio Roca (verdadero cerebro gris de la corrupci?n desde los tiempos de Gil); tambi?n han sido intervenidas mil cuentas bancarias, 2.500 millones de euros entre fincas, inmuebles, dinero, obras de arte, alhajas, caballos, armas, veh?culos y hasta un helic?ptero; y las diligencias procesales de la investigaci?n acumulan miles de folios repletos de datos y confidencias que dar?n para un (o unos cuantos) proceso penal de esos de esc?ndalo.
Desgraciadamente el mal ya est? hecho. Quiz?s por ello las autoridades judiciales han denominado "Malaya" una operaci?n donde hubieran querido llamar
"Mal haya". Ahora el poder municipal ha quedado desintegrado. No existe. La Corporaci?n est? judicializada en sus tareas fundamentales. Deber? ser la Junta de Andaluc?a la que decida sobre el porvenir inmediato de la administraci?n de Marbella, en tanto no se celebren elecciones municipales (oficialmente tocan en mayo de 2007).
Lo que es ya imposible recuperar para Marbella es aquel ambiente glamuroso y picaresco de otros tiempos, en que arist?cratas divertidos y desvergonzados, estrellas de cine de papel
couch?, simp?ticos caraduras
amateurs y golfos profesionales en busca del
dorado -todos ellos rodeados de una c?fila de gitanillos vocingleros y trasnochadores-, pon?an la nota mundana y cosmopolita en la Espa?a del desarrollo y la apertura. Ahora, en cambio, Marbella es una ciudad neta de contribuyentes: empleados de la banca, los seguros, los renta cars, la hosteler?a, las grandes superficies, las inmobiliarias, los paletas... Una poblaci?n muy crecida y estable que vive dedicada en exclusiva a pagar las hipotecas del
boom inmobiliario de Gil y sus herederos.
Marbella, adem?s, se ha convertido en un para?so de la alta burgues?a advenediza y del crimen organizado de m?s all? del Danubio. Al reclamo de un clima benigno y de una administraci?n municipal consentidora y entusiasta del dinero y el contubernio, se ha instalado un zool?gico humano de dif?cil clasificaci?n. De este parque tem?tico de la modernidad casposa y zafia, del utilitarismo residencial plastificado, habr? de realizar una catarsis el pueblo marbell?. Pero mucho me temo que el destino de Marbella ya no est? en sus manos.