Destacan los expertos y conocedores del mundo del arte, a trav?s de los medios de comunicaci?n, que la
Feria del Arte Contempor?nea, ARCO, se encuentra en su apogeo de esplendidez y reconocimiento internacional. La muestra que se presenta estos d?as en Madrid, en el recinto ferial de IFEMA, situada en el Parque de la Naciones, cumple su vig?simo sexta edici?n. Es -dicen los entendidos- despu?s de la de Basilea, la m?s importante feria mundial del
arte de vanguardia.
Como quiera que yo soy un furibundo cr?tico de eso que se ha dado en llamar
arte contempor?neo, no me he resistido a la tentaci?n de echar un vistazo a la muestra que ARCO propone en estos invernales d?as de febrero. Mejor hablar cargado de razones por aquello de no le imputen a uno desconocimiento y prejuicios infundados e inconsistentes. Y la verdad, lo visto no me ha defraudado en absoluto, simplemente me ha parecido eso que dicen en Andaluc?a de las cosas sin fuste ni sentido, una pamplina.
Como es l?gico, yo no tengo nada en contra del ingenio ni de la experimentaci?n. Tampoco de que los artistas pl?sticos desaf?en y aborden su quehacer desde nuevas perspectivas, tanto desde el punto de vista formales como materiales. Pero claro, de ah? a que te muestren un mu?eco sin cara vestido de plexigl?s de colores, sentado en el suelo junto a una pelota enorme; o a un globo suspendido en el aire por la fuerza de un chorro de ?dem sobre un relieve de hojas de cuchillos; o una modesta y solitaria silla de tablas sola sobre una tarima blanca, todo ello presentado como grandes e ingeniosas manifestaciones art?sticas, me parece cuando menos un insulto a la inteligencia. A la m?a por lo menos.
No ser? yo el que diga que en ARCO no hay nada expuesto que merezca la pena. Pero desde luego, la mayor parte de obras constituyen un claro ejemplo de lo que la mayor?a de los mortales, as?, en un estado normal de sobriedad, jam?s se atrever?a a comprar ni a dedicar m?s de unos escasos minutos de su tiempo en echarlas un vistazo.
Desgraciadamente el mundo del arte contempor?neo, mejor dicho
vanguardista, est? en buena medida en manos de un pu?ado de especuladores que no hacen si no embaucar a gentes ingenuas, a esnobistas y a descerebrados aduladores de todo aquello que tenga que ver con lo novedoso y exclusivo. Y encima, todo ello bien regado de cheques de d?lares o euros con muchos ceros, que son los que verdaderamente certifican el valor de este arte mostrenco en el mercado. Pues muy bien, con su pan se lo coman, que a m? en este negocio de la fealdad y del horror no me pillan.
Lo siento, soy un cl?sico. Soy de los que todav?a piensan que el arte es la expresi?n sublime de la belleza creada por el ser humano, sea esta alegre o triste, feliz o tr?gica; es expresi?n pl?stica del alma, que transmite emociones a los que la contemplan y trasciende su gozo y disfrute a generaciones venideras. En todo eso creo yo. As? de sencillo. Me voy a disfrutar con Tintoretto.