Sin lugar a dudas, la Vigilia Pascual es un momento de una belleza y una profundidad religiosa única en el calendario litúrgico católico. Es el momento donde el creyente vive una gran experiencia espiritual y religiosa ante la resurrección anunciada por el propio Jesucristo. Se trata de una vigilia nocturna en la que se conmemora la madrugada santa en la que Cristo resucitó. La Iglesia espera la resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la iniciación cristiana.
La Resurrección de Cristo es el hecho más importante del cristianismo. Es lo que da sentido a nuestra religión. Dios nos abre, a través de su Hijo, las puertas del Cielo. Por eso, cuando celebramos la Resurrección de Cristo estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte. Se cumple la promesa del propio Jesucristo cuando nos anuncia: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida» (Juan 14, 6).
La Vigilia Pascual rememora un hecho histórico, avalado por el sepulcro vacío y las numerosas apariciones atestiguadas de Cristo después de su resurrección. Por tanto, en la resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar? San Pablo nos dice: «Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe» (I Corintios 15, 14).
Es por ello que la centralidad de la fe en la Resurrección está representada en la luz del cirio encendido, cuya llama esplendente manifiesta que aceptamos y asumimos a Jesucristo como fuente de luz y de vida. La Historia de la Salvación es una historia de luz. Dios es la Luz, mientras que la impotencia y el sufrimiento humano se describen en la Biblia bajo la imagen de la tiniebla, hasta el punto de que el camino hacia nuestra plena felicidad se simboliza en el paso de la noche al día, de la oscuridad a la luz: «Trocaré delante de ellos la tiniebla en luz» (Isaías 42, 16).
Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que, después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que gozaremos de Dios para siempre.
¡Cristo ha resucitado! y, en consecuencia, tenemos sobradas razones para la confianza y la alegría. ¡Feliz Pascua de Resurrección!